domingo, 18 de agosto de 2013

CONTINUACIÓN DE LA HISTORIA DE LOS CONFLICTOS ENTRE TRINITARIOS Y MERCEDARIOS

¿PRIVATIVA O CUMULATIVA?

Curia General
Desde que en 1201 fue admitida la “Orden de la Santa Trinidad y de los cautivos” en el reino de Aragón, ejerció su derecho a recibir legados y limosnas para redimir cautivos. Y esta facultad cumulativa con otros a recibir tales limosnas la defendieron siempre con tesón los trinitarios, negando a los mercedarios la privativa o monopolio de las mismas que pretendieron éstos a partir de 1366. En este año obtuvieron su primer privilegio de tal privativa, que fue nulo objetiva y jurídica al ser falsa la causa en que se fundaba, a saber: que “la Orden de la Merced, fundada por nuestros predecesores los reyes de Aragón, fue elegida y diputada para que ella sola y no otra pidiera limosnas a los fieles para redención de cautivos”. Esta elección y diputación para que ella sola en exclusiva pidiera tales limosnas nunca la pudieron probar los mercedarios y no se contiene en el privilegio con que Jaime I en 13 de junio 1251 les otorgó su escudo real con la cruz blanca encima como distintivo de la misma y “para honor de nuestra real majestad”.
Esa misma narrativa repiten todos los privilegios mercedarios posteriores, como el de 10 de abril 1388, al decir que “no es lícito ni está permitido a ningunos otros pedir y recibir tales limosnas, legados o donativos”, sino únicamente a los mercedarios. Esto era cierto, como lo prueban las muchas licencias reales dadas para postular en favor de cautivos particulares, incluso contra dicha pretendida exclusiva mercedaria, y los múltiples Bacins dels captius o catius que hubo en las poblaciones costeras de Cataluña, Valencia y Mallorca.
El Consell y jurados de Valencia crearon en 1323 una Obra pro-cautivos, bajo su dependencia, encargada de recoger fondos para subvencionar el recates de cautivos valencianos.  Dos hombres principales (prohomens) de cada una de las doce parroquias postularían con sus bacins los días festivos; y el fondo común así reunido, añadiendo las mandas testamentarias dejadas para ese fin, lo administrarían dos de esos 24 colectores. Esta obra hacía competencia a los mercedarios, que se quejaron a Pedro el ceremonioso, quien mandó en 21 de enero 1353 que no se impidiese a éstos recoger limosnas para cautivos en el reino de Valencia, y funcionaba aún a principios del siglo XVI: lo que prueba que los mercedarios no tenían la privativa en tales limosnas.
Y que esta supuesta privativa no era absoluta lo muestra incluso un privilegio concedido a la Merced en 20 de mayo 1448, al decir que su plato para cautivos fuera el primero de “todos los demás platos disputados (también) para redención de los mismos cautivos”.
Tomado de: Libertad a los cautivos, del Secretariado Trinitario, de Bonifacio Porres Alonso
 

LA ORDEN TRINITARIA RECUERDA A: LA FUNDADORA DE LAS MONJAS TRINITARIAS DE SEVILLA


MADRE ISABEL DE LA TRINIDAD Y LAS TRINITARIAS DE SEVILLA.
Hermanas Trinitarias Sevilla
 
 

La fundadora de las religiosas Trinitarias de Sevilla (España), se llamaba en el siglo Josefa Rita. Era hija de Juan Moreno y de Margarita Felipa Caballero. Había nacido en Sevilla el 22 de mayo de 1693.

Habiendo quedado huérfana, decidió seguir la inspiración divina de consagrarse al Señor, en una vida de oración y caridad, vistiendo el hábito de Terciaria trinitaria de vida común (Beaterio). Vistió el hábito trinitario el 2 de febrero del año 1719 y tomó el nombre de Isabel de la Santísima Trinidad. A ella se unieron otras dos terciarias.

Alquilaron una casa cerca del convento de los Trinitarios Calzados y allí se establecieron el 8 de febrero de 1720. Seguían la Regla primitiva de las monjas Trinitarias de Castilla. El 26 de mayo del mismo año, profesaron en la iglesia de los Trinitarios Calzados y les fue asignado como Director y administrador del Beaterio, el P. José Chacón.

Con el fruto de su trabajo y con las ayudas de los bienhechores, comenzaron a recibir y a educar a las niñas huérfanas y abandonadas. Aumentó tanto el número de las asistidas que pronto el lugar se hizo pequeño y se tuvieron que cambiar a otros edificios más amplios, cerca de la llamada Puerta del Sol. El traslado se hizo el 8 de diciembre de 1728.
 

Dado que las necesidades aumentaban y que se veía la necesidad de agrandar la casa y de construir una iglesia, la madre Isabel decidió ir a América para recaudar el dinero necesario. Dos veces hizo este viaje de búsqueda de fondos en América. Al final de su vida, el número de niñas acogidas rondaba las cien.

La Madre Isabel falleció con fama de santidad el 8 de mayo de 1774. Después de su muerte, por causas diversas, la obra fue viniendo a menos, tanto que, en 1789 solo quedaban tres hermanas y unas cuantas niñas.

La Providencia no dejó abandonada esta obra de caridad cristiana. Envió a un insigne bienhechor en la persona del párroco Don Bartolomé Cabello y Barroso. Además de contribuir con sus ayudas personales, inició un gran movimiento de ayuda a la benéfica institución.

Tuvieron que ampliar los edificios, el número de Religiosas creció hasta 36 y el de las niñas hasta 200. La obra, con altos y bajos, se ha mantenido vía y operante hasta nuestros días.

El 16 de agosto de 1797 obtuvieron el Decreto Real de aprobación de parte del Supremo Consejo de Castilla. El 22 de octubre de 1823, el Rey y la Reina se declararon “protectores” de tan benéfica institución. En 1797 se redactaron las nuevas Constituciones, adaptadas a las necesidades de la enseñanza pública. En 1903 se realizaron algunos cambios bajo la dirección del Cardenal Spinola.

Benedicto XV aprobó el nuevo ceremonial y las nuevas Constituciones. El hábito es idéntico al de las monjas trinitarias de la antigua observancia.
Tomado de: Espigando en le patrimonio Trinitario, del P. Fr. José Hernández Sánchez O.SS.T