FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE LAS TRINITARIAS DESCALZAS DE MADRID
A principios del siglo XVII, Doña Francisca Romero, viuda, deseó fundar un monasterio bajo la regla de San Agustín. Con este fin se vino con otras tres religiosas y unas jóvenes que se les juntaron a una casa situada en la calle Cantarranas, muy cerca del convento de los Trinitarios Descalzos. Al no tener iglesia ni oratorio, frecuentaban nuestra iglesia.
Una de dichas señoras era hermana del P. Trinitario fray Ambrosio de Jesús; hablaron sobre su proyecto con los Trinitarios Descalzos. Daba la casualidad que el P. Ambrosio había sido secretario y confidente de nuestro Santo Reformador.
San Juan Bautista les propuso que se hicieran Trinitarias descalzas. Les agradó la idea y tomaron a nuestro Santo padre como guía y maestro de sus espíritus. Pidieron pues, el hábito y la Regla trinitaria. Consultó el asunto con el P. Provincial y su consejo: no eran favorables. Para quitarles la idea a él y a fray Ambrosio los mandaron a fundar a San Lúcar de Barrameda.
Quedó muy contrariada la fundadora y determinó volver a la regla de San Agustí. Prepararon los hábitos agustinos. Fueron al coro a rezar prima, pero al volverse la maestra con sus novicias al noviciado, vieron que un niño Jesús que tenían en el oratorio, había tomado el hábito que ellas intentaban dejar, el trinitario. Quedaron maravilladas del prodigio y creyeron que era voluntad de Dios que adoptaran el hábito y la Regla de los trinitarios descalzos. Se colocó el Santísimo Sacramento en el lugar más decente de la casa el 9 de noviembre de 1612 y el 20 del mismo mes tomaron el hábito las nueve señoras que presentó la Fundadora. Doña Francisca se había quedado con las religiosas. Vivía en una casa contigua al convento.
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