domingo, 2 de junio de 2013

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FUNDACIÓN DE LAS TRINITARIAS DE VALENCE
 
Hacia 1660, dos años después de la llegada de los Trinitarios a Lyon, algunas jóvenes Terciarias Trinitarias de Saint-Nizier-en-Forez expresaron su deseo de vivir en comunidad.
 
Monseñor de Morange, Vicario General de la archidiócisis de Lyon, se interesó por el proyecto y se ofreció a ayudarlas y dirigirlas. Era muy devoto de la Santísima Trinidad. Superadas las primeras dificultades, Monseñor de Morange les dio el hábito que llevaban los Trinitarios españoles. Les ofreció también su regla.
 
El primer Capítulo de las Constituciones dice: La Congregación ha sido fundada principalmente para promover el culto a la Santísima Trinidad y para dedicarse a la redención de las almas creadas a su imagen, las cuales se encuentran bajo la esclavitud del demonio a causa del pecado o que están expuestos a caer.
 
Para realizar dicha misión se dedicarían a la educación de la infancia abandonada y al cuidado de los enfermos. La Congregación se desarrolló rápidamente. Se hicieron cargo del hospital de Valence. De ahí la apelación "de Valence".
 
Los vínculos con la rama masculina de la Orden se intensificaron cuando en 1690 es elegida Superiora General, la madre María de la Forge, hermana del Ministro General de los Trinitarios, P. Gregorio de la Forge, el cual gobernó la Orden desde 1693 hasta 1704. El P. Gregorio les concedió la facultad de erigir en sus iglesias y oratorios las asociaciones de la Hermandad de la Redención.
 
La casa de Valence era una de las paradas obligatorias de las comitivas de cautivos en su viaje de Marsella a París.
 
En 1723 cambiaron el color del hábito. A partir de entonces fue negro con un escapulario trinitario en el pecho.
 
En 1727, monseñor de Millon adaptó sus constituciones a las nuevas exigencias de la sociedad. El 25 de septiembre de 1891 fueron aprobadas por la Santa Sede. Civilmente, la Congregación fue reconocida por Luis XV en 1727.
 
La Revolución francesa asestó un duro golpe a la Congregación. A pesar de ello, continuaron trabajando, asistiendo a los heridos y enfermos. Sus casas quedaron reducidas a dos: la de Valence y la de Montelimar. En esta difícil situación el Señor les concedió una mujer fuerte, la madre Dubost. Ella fue la que consiguió salvar la existencia de la Congregación en 1810.
 
Con la conquista de Argelia por parte de Francia se abrió un campo de trabajo inmenso. Se abrieron allí muchas casas. Todas se perdieron después de la independencia.
 
A finales del siglo XIX y primeros del XX se extendieron por varias naciones de Europa: Inglaterra (1886), Suiza (1891), Bélgica (1895), Italia (1903), Madagascar /1928).
 
Su espíritu de sacrificio y su entrega a la enseñanza y a los enfermos ha sido reconocido y premiado en muchísimas ocasiones por los gobiernos con un sin fin de decoraciones y medallas. Entre ellas se cuentan: 10 de oro, 26 de plata, 44 de bronce, cinco cruces de la  Legión de honor, la cruz de la Orden de Leopoldo II de Bélgica, etc.
 
Últimamente la Congregación está haciendo un gran esfuerzo por hacerse presente en África y Asia.
 
 
 
Tomado de: Espigando en el patrimonio trinitario, del P. fray José Hernández Sánchez O.SS.T
 

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