martes, 4 de junio de 2013


MONS. JUAN DE ANDRADE.
Santuario della Madonna del Soccorso
 

Obispo de Ceuta y Tánger (África) 1655.

Nació el 27 de enero de 1588 en Cuenta (África), de Manuel Acevedo, almojarife (oficial encargado de recaudar impuestos) y de Violante  de Andrade, nobles y muy ricos en bienes de fortuna. A los 15 años de su edad tomó el hábito trinitario en la misma ciudad. Profesó el año 1604.  Estudió las ciencias eclesiásticas en Lisboa, enseñándolas a sus  hermanos de hábito.
 
Maestro en sagrada teología, desempeñó el rectorado del colegio de Coimbra, el ministerio del convento de Lisboa y el provincialato de Portugal, que le fue encargado en 1651. Fue uno de los mejores maestros de la Orden y de los más famosos teólogos de su Reino.

En 1618 fue a Roma con el Predicador general Duarte Pacheco para conseguir de Paulo V la confirmación de las Adiciones que se hicieron a las constituciones Albertinas de su provincia que entonces era gobernada por el padre Bernadino de San Antonio.

Fue muy celoso del culto divino, deseando que se observasen con la mayor exactitud las ceremonias eclesiásticas y advirtiéndolas a los que no las sabían.

Trabajó mucho por probar el culto de nuestros Santos Patriarcas demostrando en doctísimos papeles y defendiendo que se le prestaba desde tiempo inmemorial. Por su grande literatura fue muy apreciado de los reyes, príncipes y otros personajes de Portugal, siendo uno de ellos su padrino de pila el referido Miguel de Noronha, marqués de Villareal y Duque de Caminhua. Tuvo también el cargo de visitador general y examinador de las tres Ordenes militares y del Priorato de Crato y juez apostólico de la Nunciatura.

Fue tan recto en decidir los derechos de cada uno que en una causa pendiente entre la iglesia y un gran personaje de la corte, sin atender a los empeños y particulares recomendaciones que se le hicieron, falló en favor de la iglesia y del colector Castracani, aunque les costó cara su sentencia, porque, destituido de su oficio, fue enviado al convento de Santarén.

La autoridad de su persona, unida a la práctica de tantas virtudes llamó sobre nuestro hermano la atención del rey Juan IV. Le nombró obispo de Ceuta y Tánger, el 25 de octubre de 1655.

No llegó, sin embargo, a ejecutar su oficio pastoral por haber fallecido el primero de noviembre de dicho año en el convento de Lisboa. Asistió a su funeral toda la corte distinguiéndose entre todos, el inquisidor general y presidente de Palacio, su gran amigo, quien al tiempo que le enterraban dijo: “Este fue un verdadero Nantanael en quien no hubo engaño”.

Escribió una apología pro vero et proprio martyrio per pestem; Tractatus apologeticus veri et propii martyrii, apología patriarcal sagrada en que probó y defendió al culto de San Juan de Mata y Félix de Valois; Questiones selectae in universam tehologiam.

Tomado de: Espigando en el patrimonio trinitario del P. fray José Hernández Sánchez.

 

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