miércoles, 5 de junio de 2013


 
LA MODA QUE LLEGO PARA QUEDARSE.
 
Cori, Italia 03 de junio de 2013.
Redacción: Fray José Daniel Rodríguez Escobar O.SS.T
El significado de la palabra “moda” es costumbre o estilo de vida que emplean los hombres en un determinado momento de la vida social de forma colectiva para dar a denotar un sinfín de sentimientos, ideologías, incluso la propia identidad.
Las modas van y vienen en la sociedad de forma cíclica; hemos escuchado el famoso “retro” lo que muestra esta palabra son las modas que en el transcurso del tiempo desaparecen y vuelven a aparecer en generaciones posteriores. Algunas son más duraderas que otras, pero todas tienden a esfumarse en un determinado periodo.
Sin embargo hoy en día existe una moda que parece ser permanente en el hombre de las diversas sociedades del mundo, conforme va pasando el tiempo se va adhiriendo cada vez más a la vida cuotidiana de los hombres, mujeres, niños y ancianos.
Una moda que en pleno siglo XXI se va transformando en el modus vivendis para el hombre, teniendo tanta fuerza en él que sin darse cuenta ya forma parte del mismo.
Este estilo de vida o moda es causante de diversos problemas en la vida del hombre, gracias a ella cada vez más hay: divorcios, familias separadas, tiranía, promiscuidad sexual, abortos, suicidios, pobreza, ateísmo, guerras, enfermedades, corrupción, ausencia de Dios en nuestras vidas y demás. Sin embargo parece ser que el hombre se degusta de portarla y mostrarla en los diversos ambientes en el que se desenvuelve.
 
Pero ¿Cuál es esta moda tan dañina que el hombre aprecia en demasía?. La respuesta: La IGNORANCIA.  Sí, es la moda que llego para quedarse.
Irónicamente desde principios del siglo XX, las sociedades han sido víctimas de una transformación tecnológica, científica, intelectual, espiritual, etc.
El perfeccionamiento de los barcos, la aparición del avión, del automóvil, de la televisión, de la radio, del teléfono, del celular, los viajes espaciales, la computadora, el internet, descubrimientos de nuevas medicinas, nuevas formas de gobierno, mayar información, libertad de expresión, libertad religiosa, etc.  Al grado que los expertos nos han catalogado como las generaciones del futuro.
Pensamos que por el hecho de que ahora tenemos mayores avances en diversas áreas posemos el conocimiento absoluto de las cosas, el poder para hacer lo que queramos en el momento que lo deseemos, jugamos a ser dioses en nuestras áreas en las que nos desenvolvemos y con las personas que nos relacionamos.
Difundiendo una ideología de superioridad, un egocentrismo que conlleva a despreciar el gran legado histórico, religioso, filosófico, moral y ético, de nuestro pasado; especulando que todo esto ha pasado de moda, es decir, es arcaico.
La ignorancia se ha mezclado en nuestro ser de una manera tan sutil que ahora la llamamos sabiduría, individual, pretendiendo  que la única verdad es la propia, desechando la aportación de los demás.
Esta moda de la ignorancia hace que el hombre se vuelva hermético creando su propio mundo, su propia realidad, su propia verdad. Lo que conlleva a una ruptura comunitaria, pues al no interesarse por lo demás y de los demás va rompiendo con las relaciones interpersonales.
Gracias a la ignorancia no aprovechamos estos avances para una mejor relación personal, para un crecimiento intelectual, espiritual o superación personal. Hemos hecho de estos avances una escoria individualista.
La mayor parte de las personas emplea su tiempo en el navegador, en el famoso Facebook, haciendo lo que normalmente se conoce como chat, chateamos con diversidad de personas, intentando hacer relaciones personales, pero descuidando las relaciones con las personas físicas cercanas a nosotros, perdiendo así, momentos únicos de nuestras vidas.
Esta moda es tan estimada que los medios de comunicación la transmiten de una forma única, por medio de mensajes, slogans, productos, comerciales, etc. Vendiéndola al hombre como la mejor de todas, la única que se adecua a nuestra forma de ser, la única que otorga placer.
Cierto es que esta moda de la ignorancia da confort, pues al no infórmanos, al no debatir, al no dialogar, al no pensar, al no  relacionarnos, no hay de que fastidiarnos.
Pero este supuesto confort que otorga la ignorancia ha sido costoso para el hombre en toda la extensión de la palabra, nos ha costado un numero exagerado de vidas: vidas de jóvenes que se sentían ignorados, incomprendidos, no amados por parte de sus seres cercanos, pues ellos ignorando la realidad por estar intentando relacionarse en el chat los descuidaron al grado de que se suicidaron.
Vidas de personas que ignoraban su enfermedad por no informarse y cuidarse a tiempo, de personas que no tuvieron los medios de salud necesarios por causa de la ignorancia del estado; vidas de inocentes que fueron explotados por aquellos tiranos que permanecieron en el poder por la ignorancia de las mismas personas, vidas de personas que murieron de hambre por el desinterés de personas que ignoraban esta realidad.
Esta moda nos cuesta día con día familias separadas por no existir en ellas un dialogo, confianza y demás, gracias a que ignoran lo importante de una familia.
Causante de guerras entre naciones, por ignorar la importancia y belleza cultural que existe en ellas. De conflictos religiosos por ignorar su propia religión, y por ende los puntos de coincidencia que existen entre ellas.
La moda de la “ignorancia” va lentamente cambiando los institutos en burdeles, sustituye bibliotecas por antros, etc.
Lo más letal que hace esta moda es extinguir en el hombre el deseo de buscar la verdad, sumiéndolo en un letargo existencial, que conlleva a una ruptura con la única verdad, con “Dios” mismo. Pues el hombre que busca la verdad inconsciente o conscientemente encuentra a Dios, es decir, descubre y se enamora de Él.
Pero pese a lo crudo que se ve este panorama, aún hay esperanzas para desechar esta moda de nuestras vidas. Sí, aún existen personas que se interesan por conocer la verdad, por informarse de una manera profesional; por luchar contra la corrupción, la tiranía; por defender la Fe, los derechos humanos, por salvaguardar el gran legado histórico, cultural, filosófico, moral, ético, espiritual de nuestros antepasados para dar a las generaciones posteriores una base sólida de conocimiento y esperanzas de encontrar la verdad autentica, de encontrar a “Dios” en nuestras vidas; de desechar de nosotros la moda de la “Ignorancia”.

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