viernes, 7 de junio de 2013

MONSEÑOR. MARTÍN IBÁÑEZ DE VILLANUEVA.

Obispo de Gaeta, 1669, y Arzobispo de Reggio Calabria, 1695.

Nació el 5 de octubre de 1620 en la villa de Minaya. Pusiéronle en el bautismo por nombre Martín a devoción de su madre que la tenía grande en San Martín y tomando el apellido de la madre, costumbre antigua y usada en Castilla; se llamó desde niño Martín de Villanueva.

Hecho ya perfecto gramático, se inclinó a tomar el hábito trinitario en el convento de Santa María del Campo que está en la Mancha, en el año 1636. Estudió la teología en nuestro colegio de Salamanca.

Actuó después en el Capítulo Provincial y le eligieron para presidir en diferentes actos de capítulos provinciales y generales en Roma.

Le nombraron Maestro de Estudiantes del convento de Toledo el año 1644. Lector de Artes, en el año 1646. Pasó a la de teología.

Le mandó el arzobispo de Toledo predicar el sermón: “Christe audi nos”. El Cardenal Moscoso le dio para el coste que trae el grado de Doctor en teología.

A los dogmas o puntos de nuestra fe se inclinó con pasión. Hacía alarde de estudiar dogmas, y decía: “Al católico, lo que más importa saber, es lo que toca a la fe de católico”.

Hemos tenido en este siglo 3 oradores insignes: fray Hortensio Félix Paravicino (+1633), fray Manuel Guerra y Rivera (+1692) y fray Martín de Villanueva (+1695).

Nombróle su Majestad obispo de Gaeta en 1669. Consagróse en Roma. El Papa Clemente X quiso nombrarlo Cardenal en la primera creación: “Hay pocos hombres como éste. Bueno será tenerle al lado para cualquier suceso”.

En su catedral de Gaeta hizo el colateral del lado del evangelio muy suntuoso y lucido. Colocó en él a nuestros Padres fundadores Juan y Félix en dos imágenes de singular acierto y primor. Procuró, cuando religioso y cuando obispo y arzobispo todo el lustre de nuestra Orden. Ayudó cuanto pudo para que entrase el generalato en España, como está.

A la beatificación de Simón de Rojas se aplicó con todas veras y eficacia. Al culto y rezo de San Roberto Kaneresburgo y del beato Francisco Aberdón, mártir, ambos de nuestra Orden, influyó con todo el valimiento que tenía con diferentes Cardenales.

De obispo de Gaeta pasó al arzobispado de Reggio Calabria (en el reino de Nápoles) la gente de Reggio Calabria venera su cuerpo como reliquia de hombre que vivió y murió en opinión de santo.

Tenemos 11 obras impresas: Muchos sermones; Exclamación a Cristo muerto en la Cruz; Sermón de la Santísima Trinidad; De Trinitate.

 

Tomado de: Espigando en el patrimonio trinitario, del P. fray José Hernández Sánchez. O.SS.T

 

 

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