El SINDROME POST ABORTO
SINTOMAS Y CONCECUENCIAS
Entre los médicos, psicólogos, psiquiatras e
incluso sacerdotes, es bien conocido el llamado “Síndrome post aborto”
(“P.A.S”: “Post-Abortion-Syndrom”). Designa el cuadro patológico que comprende
un complejo de síntomas fisiológicos, psicológicos y espirituales,
desencadenados tras la realización de un aborto procurado (voluntario). Afecta
fundamentalmente a las mujeres que han abortado, pero también se verifica (en
distintos grados) en todos los demás que han intervenido en el hecho: el padre
de la criatura, los médicos y el personal abortista.
El proceso psicológico de
la decisión abortista
En una mujer con convicciones normales (con fe o sin ella) la decisión de abortar es un proceso complicado y doloroso. Algunos de los pasos regulares por los que suele pasar a partir del momento de su embarazo son los siguientes:
1º Desde el momento en que queda embarazada, el organismo suscita en la mujer madre un sentimiento maternal instintivo. Éste es observable incluso en los animales y es debido por un lado a los procesos fisiológicos que acompañan los cambios propios de la maternidad (la naturaleza prepara a la mujer para relación maternidad-filiación) y además por otros factores de orden sociológico, psicológico y espiritual como las costumbres de la sociedad en que vive, su madurez personal, su fe, etc.
2º La tendencia natural a continuar la maternidad comenzada con la concepción del nuevo ser puede entrar en crisis por diversos factores externos o internos que bombardean la psicología de la mujer, como por ejemplo (para indicar algunos de los más frecuentes):
a) La opinión adversa de los padres de la mujer embarazada (especialmente si se trata de una adolescente) ya sea por el miedo a difamación si es soltera o por muchos otros factores diversamente clasificables.
b) El peso que la mujer ve en la crianza del hijo (especialmente si ya tiene otros).
c) Conflictos psicológicos no solucionados: en el caso de mujeres que han tenido una mala experiencia de filiación con sus propias madres surge el miedo a enfrentar su propia experiencia de maternidad.
d) Condicionamientos puestos por el padre de la criatura: por lo general, son amenazas de abandono en caso de continuar la gestación.
e) La presión de la retórica social contra la natalidad: la propaganda de la superpoblación, la elección del aborto como derecho de la mujer, la afirmación de que el feto es sólo un conjunto de células, etc.
f) La ideología del materialismo : cuando el nuevo hijo es visto como un obstáculo para el progreso económico, el confort.
g) El egoísmo: cuando el hijo es visto como una cadena a la libertad (“primero terminar la carrera, luego conseguir trabajo y recién entonces pensar en los hijos”).
h) La presión legal: hay sociedades que presionan para imponer la regulación de la natalidad; ya se da un cierto tipo de presión en la misma “legalización” y “subvención estatal” de determinados abortos.
3º Estas presiones pueden desembocar en un auténtico conflicto interior enfrentando a la mujer con la necesidad de tomar una decisión. Si necesita consejo el que le darán, en gran parte de los casos, la empujará al aborto, especialmente si en su caso la ley civil lo ampara, la medicina lo garantiza y para la sociedad es indiferente.
4º Una vez tomada la decisión suele sentirse cierto alivio (natural al terminar temporalmente el estado conflictivo), lo cual a veces es tomado como signo de que la decisión ha sido correcta. Cuando deciden abortar por lo general se cierran a todo otro tipo de consejo contrario, ya que volver a replantear la cuestión significa abrir nuevamente la situación traumática del proceso deliberativo.
5º Sigue el sometimiento, es decir una especie de resignación por la cual se ponen en manos de un médico con un cierto sentimiento de fatalidad.
6º El shock de los últimos momentos: para abortar una mujer tiene que eliminar sus propios instintos maternales que son de orden natural ; para esto tiene que autoconcientizarse de que el ser que va a abortar no es un ser humano ; con este intento de autoconvencimiento comienza el proceso de racionalización en contra de la propia conciencia moral y contra el mismo instinto natural. La mujer se enfrenta con un caos de conciencia ; muchas veces, detrás de su aparente resignación, hay un angustioso pedido de que alguien pare todo el proceso que se presenta como superior a sus fuerzas.
7º El endurecimiento interior. Luego del aborto hay un tiempo en que la mujer quiere ser dejada sola, se vuelve apática, desinteresada de las cosas; hay una interior negación a asumir lo que se ha hecho. Debe también luchar contra los sentimientos de agresión, desesperación y miedo que emergen con el aborto. Por un lado querrían desahogarse con alguien, pero por otro lado temen volver a vivenciar el proceso por el que han pasado.
8º Comienza el trabajo de reconstrucción patológica : se quiere volver a la normalidad cuanto antes, por lo que busca llenarse de actividades para no pensar en nada.
9º Pero normalmente en algún momento tiene lugar la ruptura del sistema de defensa que la persona implicada en el aborto construye en torno a sí. Una reconstrucción tal de la vida fracasa por lo general cuando tienen lugar alguna de estas situaciones :
–La persona que ha abortado queda demasiado sola.
–Cuando recuerda el aborto o recuerda la fecha del aborto o la que correspondería al nacimiento del niño abortado o alguno de sus aniversarios (cumpleaños).
–En estados de cansancio o enfermedad.
–Cuando ven a otros niños (especialmente bebes) en la edad de que deberían tener su o sus hijos abortados.
–Cuando quedan nuevamente embarazadas.
En este caso tiene lugar propiamente el llamado “síndrome post aborto”.
Síntomas del síndrome post aborto
A pesar de que muchos médicos y psicólogos (pro abortistas) señalan que los trastornos que presentan las mujeres después del aborto son algo meramente “emocional y psicológico”, una sana psiquiatría demuestra que se trata de algo mucho más serio, de orden patológico y que puede agruparse en tres tipos de problemas : ante todo, de depresión y sentimiento de culpa ; en segundo lugar, de agresión contra el padre del niño y contra la sociedad en general ; finalmente, alteraciones en la personalidad en forma crónica, parecidas a las enfermedades cerebrales.
Especificando más detenidamente podemos enumerar los siguientes síntomas:
1) Síntomas de pesar y dolor. Toda pérdida genera un estado de duelo ; y es mucho más difícil superar el dolor de un aborto provocado que el de un aborto espontáneo producido por la misma naturaleza, y esto por varias razones : la persona se sabe culpable de la pérdida, no tiene posibilidades de visitar el cuerpo del niño, ha habido un trabajo de autoconvencimiento de que no se trataba de un ser humano (curiosamente este trabajo de autoconvencerse deja en la persona un mayor sentimiento de culpa porque sabe que ha tenido que buscar argumentos para justificar un acto al que no la inclinaba espontáneamente su conciencia). Cuando los dolores no se superan conducen a la depresión. La depresión puede alterar el sistema inmunológico y con esto se aumenta el riesgo de contraer infecciones e incluso en casos extremos se ha constatado el inicio de procesos cancerígenos. También ha ocurrido que personas que han caído en estados depresivos agudos, se han transformado luego en personalidades psicóticas.
2) Sentimiento de culpabilidad. En muchos estudios se ha observado que cuando no hay sentimiento de culpa se suele dar una tendencia al alcohol o a la drogadicción ; en cambio cuando hay sentimiento de culpabilidad se suele caer en estados depresivos, que se manifiestan en grandes tristezas, llantos, visión negativa y pesimista del mundo circundante. Cuando el sentimiento de culpa es muy grande lleva a sentimientos de pánico y autodestrucción.
3) La agresividad. Un efecto del conflicto desatado por el aborto es la agresividad de la mujer hacia los que han intervenido en el aborto: el médico, el novio o esposo, los parientes o amigos que la empujaron al acto e incluso contra sí misma. De alguna manera descarga así el sentimiento de culpabilidad contra sí misma y el sentimiento de victimación respecto de los demás.
4) Incertidumbre afectiva. Parte de las dubitaciones en la decisión abortista gira en torno al amor o deseo natural del niño del que está embarazada la mujer. Sabe intuitivamente, aunque no lo quiera hacer reflejo, que su acto abortivo contradice su amor natural: su hijo exige ser amado principalmente por su madre y la naturaleza la predispone para amarlo y protegerlo incluso a riesgo de su propia vida, pero para abortarlo debe rechazarlo. El mismo sentimiento de desamor y desamparo que la mujer supone que ha padecido su hijo por parte de ella, comienza a atormentarla a ella misma: se siente no querida, rechazada y abandonada afectivamente por los demás. Es uno de los efectos “bumerán” del aborto.
5) La interrupción abrupta del ciclo hormonal. En las mujeres hay ciclos y ritmos naturales relacionados con el embarazo y caracterizados por modificaciones en los procesos hormonales que terminan de modo natural al culminar todo el proceso de la maternidad ; es decir, que van desde el momento de la ovulación hasta la finalización del tiempo de amamantamiento del bebe. Los cambios hormonales dictaminan alteraciones de orden físico, psicológico y emotivo. Cuando se interrumpe el proceso de modo abrupto, como ocurre en el aborto, tiene lugar en la mujer un trastorno notable con efectos en todos esos órdenes: físico, afectivo, psicológico y relacional; estas perturbaciones pueden ir desde las depresiones en el orden emotivo, hasta la constatación médica de mayores tendencias a adquirir cáncer de mama, pasando por problemas de integración social y familiar.
6) La “conciencia biológica”. Es una constatación de muchos psiquiatras. Cito el testimonio del psiquiatra Karl Stern: “No pocas veces vemos que en los casos en que una mujer comete un aborto artificial, digamos en el tercer mes de la gestación, este acto parece no tener consecuencias psicológicas. Sin embargo, seis meses después, precisamente cuando el bebé habría debido venir al mundo, el sujeto cae víctima de grave depresión o incluso de psicosis. Ahora bien, acerca de esto se observan dos circunstancias curiosas. La depresión se produce aun sin que la mujer se dé cuenta conscientemente de que ‘ahora es el momento en que habría debido nacer mi bebé’. Además, la filosofía de la paciente no es necesariamente tal que ella desapruebe el acto de interrupción del embarazo. Sin embargo, su profunda reacción de pérdida (que no va necesariamente unida con una preocupación consciente por el parto fallido) coincide con el tiempo en que éste hubiera tenido lugar... La mujer, en su íntimo ser, está profundamente vinculada al bios, a la naturaleza misma” 2.
7) El sentimiento de fracaso como madre y problemas relacionados. A veces, para llenar el vacío, tiene lugar un deseo vehemente de querer reemplazar al niño perdido; pero este deseo se mezcla con la sospecha y el temor de no saber desempeñarse como madre, o de no poder relacionarse con el bebé de manera correcta o de no saber criarlo. También ocasiona miedo respecto de los hijos futuros, por ejemplo: miedo a maltratarlos; a veces esto ocasiona la decisión de no tener más hijos. Algunos estudios muestran también que algunas mujeres que han abortado tienen problemas reales para llevar adelante posteriores maternidades: tienen problemas para amamantar a sus hijos, reaccionan con miedo o agresividad ante el llanto de sus bebés e incluso una especie de rechazo (ocasionada por el miedo), y como éste es percibido instintivamente por el bebé, le genera sentimientos de abandono. A veces como no quieren dañar al niño y tienen conciencia de no saber tratarlo, terminan mandándolo desde muy pequeño, y sin ninguna necesidad, a guarderías infantiles.
8) Otros problemas. Los estudios a los que hacemos referencia indican también otros síntomas propios de este “síndrome”, como por ejemplo : alteraciones de diversa índole en el sueño (pesadillas persistentes), crisis de identidad, desconfianza, sentimiento de cinismo (conciencia de la inocencia perdida), e incluso enfermedades psicosomáticas como anorexia y bulimia.
Por todo esto, hay que decir que los problemas ocasionados por el aborto no son de ninguna manera puramente emotivos y pasajeros sino que tienen un fundamento real en la pérdida voluntaria y culpable de un ser humano indefenso sobre el que se tenía la responsabilidad de la maternidad/paternidad.
En una mujer con convicciones normales (con fe o sin ella) la decisión de abortar es un proceso complicado y doloroso. Algunos de los pasos regulares por los que suele pasar a partir del momento de su embarazo son los siguientes:
1º Desde el momento en que queda embarazada, el organismo suscita en la mujer madre un sentimiento maternal instintivo. Éste es observable incluso en los animales y es debido por un lado a los procesos fisiológicos que acompañan los cambios propios de la maternidad (la naturaleza prepara a la mujer para relación maternidad-filiación) y además por otros factores de orden sociológico, psicológico y espiritual como las costumbres de la sociedad en que vive, su madurez personal, su fe, etc.
2º La tendencia natural a continuar la maternidad comenzada con la concepción del nuevo ser puede entrar en crisis por diversos factores externos o internos que bombardean la psicología de la mujer, como por ejemplo (para indicar algunos de los más frecuentes):
a) La opinión adversa de los padres de la mujer embarazada (especialmente si se trata de una adolescente) ya sea por el miedo a difamación si es soltera o por muchos otros factores diversamente clasificables.
b) El peso que la mujer ve en la crianza del hijo (especialmente si ya tiene otros).
c) Conflictos psicológicos no solucionados: en el caso de mujeres que han tenido una mala experiencia de filiación con sus propias madres surge el miedo a enfrentar su propia experiencia de maternidad.
d) Condicionamientos puestos por el padre de la criatura: por lo general, son amenazas de abandono en caso de continuar la gestación.
e) La presión de la retórica social contra la natalidad: la propaganda de la superpoblación, la elección del aborto como derecho de la mujer, la afirmación de que el feto es sólo un conjunto de células, etc.
f) La ideología del materialismo : cuando el nuevo hijo es visto como un obstáculo para el progreso económico, el confort.
g) El egoísmo: cuando el hijo es visto como una cadena a la libertad (“primero terminar la carrera, luego conseguir trabajo y recién entonces pensar en los hijos”).
h) La presión legal: hay sociedades que presionan para imponer la regulación de la natalidad; ya se da un cierto tipo de presión en la misma “legalización” y “subvención estatal” de determinados abortos.
3º Estas presiones pueden desembocar en un auténtico conflicto interior enfrentando a la mujer con la necesidad de tomar una decisión. Si necesita consejo el que le darán, en gran parte de los casos, la empujará al aborto, especialmente si en su caso la ley civil lo ampara, la medicina lo garantiza y para la sociedad es indiferente.
4º Una vez tomada la decisión suele sentirse cierto alivio (natural al terminar temporalmente el estado conflictivo), lo cual a veces es tomado como signo de que la decisión ha sido correcta. Cuando deciden abortar por lo general se cierran a todo otro tipo de consejo contrario, ya que volver a replantear la cuestión significa abrir nuevamente la situación traumática del proceso deliberativo.
5º Sigue el sometimiento, es decir una especie de resignación por la cual se ponen en manos de un médico con un cierto sentimiento de fatalidad.
6º El shock de los últimos momentos: para abortar una mujer tiene que eliminar sus propios instintos maternales que son de orden natural ; para esto tiene que autoconcientizarse de que el ser que va a abortar no es un ser humano ; con este intento de autoconvencimiento comienza el proceso de racionalización en contra de la propia conciencia moral y contra el mismo instinto natural. La mujer se enfrenta con un caos de conciencia ; muchas veces, detrás de su aparente resignación, hay un angustioso pedido de que alguien pare todo el proceso que se presenta como superior a sus fuerzas.
7º El endurecimiento interior. Luego del aborto hay un tiempo en que la mujer quiere ser dejada sola, se vuelve apática, desinteresada de las cosas; hay una interior negación a asumir lo que se ha hecho. Debe también luchar contra los sentimientos de agresión, desesperación y miedo que emergen con el aborto. Por un lado querrían desahogarse con alguien, pero por otro lado temen volver a vivenciar el proceso por el que han pasado.
8º Comienza el trabajo de reconstrucción patológica : se quiere volver a la normalidad cuanto antes, por lo que busca llenarse de actividades para no pensar en nada.
9º Pero normalmente en algún momento tiene lugar la ruptura del sistema de defensa que la persona implicada en el aborto construye en torno a sí. Una reconstrucción tal de la vida fracasa por lo general cuando tienen lugar alguna de estas situaciones :
–La persona que ha abortado queda demasiado sola.
–Cuando recuerda el aborto o recuerda la fecha del aborto o la que correspondería al nacimiento del niño abortado o alguno de sus aniversarios (cumpleaños).
–En estados de cansancio o enfermedad.
–Cuando ven a otros niños (especialmente bebes) en la edad de que deberían tener su o sus hijos abortados.
–Cuando quedan nuevamente embarazadas.
En este caso tiene lugar propiamente el llamado “síndrome post aborto”.
Síntomas del síndrome post aborto
A pesar de que muchos médicos y psicólogos (pro abortistas) señalan que los trastornos que presentan las mujeres después del aborto son algo meramente “emocional y psicológico”, una sana psiquiatría demuestra que se trata de algo mucho más serio, de orden patológico y que puede agruparse en tres tipos de problemas : ante todo, de depresión y sentimiento de culpa ; en segundo lugar, de agresión contra el padre del niño y contra la sociedad en general ; finalmente, alteraciones en la personalidad en forma crónica, parecidas a las enfermedades cerebrales.
Especificando más detenidamente podemos enumerar los siguientes síntomas:
1) Síntomas de pesar y dolor. Toda pérdida genera un estado de duelo ; y es mucho más difícil superar el dolor de un aborto provocado que el de un aborto espontáneo producido por la misma naturaleza, y esto por varias razones : la persona se sabe culpable de la pérdida, no tiene posibilidades de visitar el cuerpo del niño, ha habido un trabajo de autoconvencimiento de que no se trataba de un ser humano (curiosamente este trabajo de autoconvencerse deja en la persona un mayor sentimiento de culpa porque sabe que ha tenido que buscar argumentos para justificar un acto al que no la inclinaba espontáneamente su conciencia). Cuando los dolores no se superan conducen a la depresión. La depresión puede alterar el sistema inmunológico y con esto se aumenta el riesgo de contraer infecciones e incluso en casos extremos se ha constatado el inicio de procesos cancerígenos. También ha ocurrido que personas que han caído en estados depresivos agudos, se han transformado luego en personalidades psicóticas.
2) Sentimiento de culpabilidad. En muchos estudios se ha observado que cuando no hay sentimiento de culpa se suele dar una tendencia al alcohol o a la drogadicción ; en cambio cuando hay sentimiento de culpabilidad se suele caer en estados depresivos, que se manifiestan en grandes tristezas, llantos, visión negativa y pesimista del mundo circundante. Cuando el sentimiento de culpa es muy grande lleva a sentimientos de pánico y autodestrucción.
3) La agresividad. Un efecto del conflicto desatado por el aborto es la agresividad de la mujer hacia los que han intervenido en el aborto: el médico, el novio o esposo, los parientes o amigos que la empujaron al acto e incluso contra sí misma. De alguna manera descarga así el sentimiento de culpabilidad contra sí misma y el sentimiento de victimación respecto de los demás.
4) Incertidumbre afectiva. Parte de las dubitaciones en la decisión abortista gira en torno al amor o deseo natural del niño del que está embarazada la mujer. Sabe intuitivamente, aunque no lo quiera hacer reflejo, que su acto abortivo contradice su amor natural: su hijo exige ser amado principalmente por su madre y la naturaleza la predispone para amarlo y protegerlo incluso a riesgo de su propia vida, pero para abortarlo debe rechazarlo. El mismo sentimiento de desamor y desamparo que la mujer supone que ha padecido su hijo por parte de ella, comienza a atormentarla a ella misma: se siente no querida, rechazada y abandonada afectivamente por los demás. Es uno de los efectos “bumerán” del aborto.
5) La interrupción abrupta del ciclo hormonal. En las mujeres hay ciclos y ritmos naturales relacionados con el embarazo y caracterizados por modificaciones en los procesos hormonales que terminan de modo natural al culminar todo el proceso de la maternidad ; es decir, que van desde el momento de la ovulación hasta la finalización del tiempo de amamantamiento del bebe. Los cambios hormonales dictaminan alteraciones de orden físico, psicológico y emotivo. Cuando se interrumpe el proceso de modo abrupto, como ocurre en el aborto, tiene lugar en la mujer un trastorno notable con efectos en todos esos órdenes: físico, afectivo, psicológico y relacional; estas perturbaciones pueden ir desde las depresiones en el orden emotivo, hasta la constatación médica de mayores tendencias a adquirir cáncer de mama, pasando por problemas de integración social y familiar.
6) La “conciencia biológica”. Es una constatación de muchos psiquiatras. Cito el testimonio del psiquiatra Karl Stern: “No pocas veces vemos que en los casos en que una mujer comete un aborto artificial, digamos en el tercer mes de la gestación, este acto parece no tener consecuencias psicológicas. Sin embargo, seis meses después, precisamente cuando el bebé habría debido venir al mundo, el sujeto cae víctima de grave depresión o incluso de psicosis. Ahora bien, acerca de esto se observan dos circunstancias curiosas. La depresión se produce aun sin que la mujer se dé cuenta conscientemente de que ‘ahora es el momento en que habría debido nacer mi bebé’. Además, la filosofía de la paciente no es necesariamente tal que ella desapruebe el acto de interrupción del embarazo. Sin embargo, su profunda reacción de pérdida (que no va necesariamente unida con una preocupación consciente por el parto fallido) coincide con el tiempo en que éste hubiera tenido lugar... La mujer, en su íntimo ser, está profundamente vinculada al bios, a la naturaleza misma” 2.
7) El sentimiento de fracaso como madre y problemas relacionados. A veces, para llenar el vacío, tiene lugar un deseo vehemente de querer reemplazar al niño perdido; pero este deseo se mezcla con la sospecha y el temor de no saber desempeñarse como madre, o de no poder relacionarse con el bebé de manera correcta o de no saber criarlo. También ocasiona miedo respecto de los hijos futuros, por ejemplo: miedo a maltratarlos; a veces esto ocasiona la decisión de no tener más hijos. Algunos estudios muestran también que algunas mujeres que han abortado tienen problemas reales para llevar adelante posteriores maternidades: tienen problemas para amamantar a sus hijos, reaccionan con miedo o agresividad ante el llanto de sus bebés e incluso una especie de rechazo (ocasionada por el miedo), y como éste es percibido instintivamente por el bebé, le genera sentimientos de abandono. A veces como no quieren dañar al niño y tienen conciencia de no saber tratarlo, terminan mandándolo desde muy pequeño, y sin ninguna necesidad, a guarderías infantiles.
8) Otros problemas. Los estudios a los que hacemos referencia indican también otros síntomas propios de este “síndrome”, como por ejemplo : alteraciones de diversa índole en el sueño (pesadillas persistentes), crisis de identidad, desconfianza, sentimiento de cinismo (conciencia de la inocencia perdida), e incluso enfermedades psicosomáticas como anorexia y bulimia.
Por todo esto, hay que decir que los problemas ocasionados por el aborto no son de ninguna manera puramente emotivos y pasajeros sino que tienen un fundamento real en la pérdida voluntaria y culpable de un ser humano indefenso sobre el que se tenía la responsabilidad de la maternidad/paternidad.
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